Solo un consejo: si no quieres madrugar, no vengas a San Pedro. Todas las excursiones comienzan muy pronto.
La primera, con salida a las 4 de la madrugada, a los Géiseres del Tatio. (Aunque ver amanecer allí es un espectáculo)
Cuando llegamos, la temperatura era de -9º c (Estás a 4300m de altura), pero como el agua está caliente....
Sigo intentando recordar el nombre de éste pueblo (A ver si alguien me ayuda). Pudimos probar la carne de llama.
En las zonas de valle, como éste de los ríos Purifica y Puripica crecen los cardones, muy usado en las construcciones para puertas y vigas.
Saliendo de San Pedro hacia Calama está la cordillera de la Sal.
El Valle de la Muerte.
Y sobre todo, el Valle de Luna. Aquí dimos un paseito atravesando el valle y la quebrada.
Éstas figuras de piedra se llaman las tres Marías, y es que parecen 3 mujeres rezando. (Ahora son sólo dos porque algún turista simpático se subió en una para hacerse una foto y la derribó)
El Salar de Atacama es el tercero más grande del mundo. Ya conocía el salar de Salta en Argentina, y me esperaba algo parecido. Pero no. El argentino es blanco y totalmente liso mientras que éste es como una tierra recién arada. Nos explicaron que es por la ausencia de lluvias: no hay agua suficiente para que la sal cristalice. (Que para eso Atacama es uno de los desiertos más secos del mundo...)
Aún así, hay varias lagunas en las que se pueden ver flamencos.
Mira que son feos |
Un animal difícil de ver: el ñandú. |
De vuelta a San Pedro, el camino del Inca en su cruce con el trópico de Capricornio.
Todo recto a Machu Pichu |
Otras lagunas del salar son la de Cejar y Tebenquiche.
Las lagunas Cejar tienen una altísima concentración de sal, así que flotas. Te ahorras el tener que nadar... A cambio quedas todo blanco de sal cuando te secas.
Los ojos del salar son dos lagunas redondas, una al lado de la otra y con bastante menos concentración de sal que las Cejar.
Y desde aquí a la laguna de Tebenquiche para ver la puesta de sol.
Es otra laguna salada, pero de poca profundidad. Parece que en días sin aire refleja los Andes como si fuera un espejo. Nosotros tuvimos aire pero aun así merecía la pena.
Curioso el color rosado de las montañas con la puesta de sol. |
Y como fin, una última tarde lluviosa de Buenos Aires. Habrá que empezar a pensar en el próximo viaje.
Pasadlo bien